Érase una vez, en tierras lejanas, un anciano, un niño y su burro viajaban de pueblo en pueblo. Llegaron a una aldea caminando junto al asno y, al pasar por ella, un grupo de mozalbetes se rió de ellos, gritando:
- ¡Mirad que par de tontos! Tienen un burro y, en lugar de montarlo, van los dos andando a su lado. Por lo menos, el viejo podría subirse al burro.
Entonces el anciano se subió al burro y prosiguieron la marcha.
Llegaron a otro pueblo y, al pasar por el mismo, algunas personas se llenaron de indignación cuando vieron al viejo sobre el burro y al niño caminando al lado. Dijeron:
-¡Parece mentira! ¡Qué desfachatez! El viejo sentado en el burro y pobre niño caminando.
Al salir del pueblo, el anciano y el niño intercambiaron sus puestos.
Siguieron haciendo camino hasta llegar a otra aldea. Cuando las gentes los vieron, exclamaron escandalizados:
--¡Esto es verdaderamente intolerable! ¿Habéis visto algo semejante?
El muchacho montado en el burro y el pobre anciano caminando a su lado.
—¡Qué vergüenza!
Puestas así las cosas, el viejo y el niño compartieron el burro.
El fiel jumento llevaba ahora el cuerpo de ambos sobre sus lomos. Cruzaron junto a un grupo de campesinos y éstos comenzaron a vociferar:
--¡Sinvergüenzas! ¿Es que no tenéis corazón? ¡Vais a reventar al pobre animal!
El anciano y el niño optaron por cargar al burro sobre sus hombros.
De este modo llegaron al siguiente pueblo. La gente se apiñó alrededor de ellos. Entre las carcajadas, los pueblerinos se mofaban gritando:
--Nunca hemos visto gente tan boba. Tienen un burro y, en lugar de montarse sobre él, lo llevan a cuestas.
!Esto sí que es bueno! ¡Qué par de tontos!
Si a lo largo de nuestra vida tuviéramos que tener en cuenta las opiniones de todos aquellos que nos rodean, posiblemente acabaríamos como los protagonistas del cuento, locos y con la elección final más desacertada.
Es cierto que los consejos de nuestros seres queridos siempre nos sirven de gran ayuda, bien para aclarar nuestras ideas, bien para ofrecernos un punto de vista diferente o simplemente para reafirmarnos en nuestras decisiones, pero hay que saber diferenciar qué tipo de persona realmente tiene el poder de influir en tu vida y sobre todo, tener siempre muy claro, que sólo tú tienes la responsabilidad y el poder de decidir sobre el camino que quieres tomar.
Hagas lo que hagas, eligas lo que eligas, estás en tu total derecho, no lo olvides.
“La libertad más difícil de conservar es la de equivocarse”.
Morris West (1916-1999) Escritor australiano.

cuanta verdad en este cuento! pq sera q damos tanta importancia a lo q nos dicen los demas, cuando muchas veces nos hacen tanto daño,
ResponderEliminarcreo q escuchare los consejos y hare lo q me parezca mejor.
ely.
que grande el cuentooo!!! y es tan verdad ... nunca estamos contento contentos con nada, y toodo lo criticamos!!
ResponderEliminarQué difícil es a veces no dejarse influenciar por otros, a veces por quedar bien ante los ojos de los demás, otras veces por no "decepcionar" a la persona que te da el "consejo"... en fin, a mi me ha costado confiar en mi y en mis decisiones pero la vida te va enseñando...
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